Entre en Asia por Filipinas, mi primera impresión al llegar a Manila desde el aeropuerto es la misma que la última que me llevo, caótica ciudad de intenso tráfico y polución con multitud de gente por las ruidosas calles, son 10 mill de personas habitando en una extensión enorme de difícil orientación. Un golpe de calor y humedad invade y la constante al deambular por sus oscuras calles es recibir multitud de increíbles ofertas repetidas veces que no paras de rechazar. Mejor no dejarse llevar por sus amables gestos, algo que me quedó muy claro. A veces debes explicar que España no es parte de Sudamérica, aunque si que saben de Rafa Nadal y Paul Gasol, los más entendidos te explican como durante 300 años Filipinas fue colonia española hasta que fue rendida en la guerra con los americanos. Apartando las pobladas calles de puestos de comida, existen también numerosos monumentos a mártires filipinos y gran culto a todos los presidentes de la nación (algunos de ellos corruptos). En el núcleo urbano (Metro Manila) se encuentra Intramuros, centro de la colonia española, y cercano el parque Rizal, ambos sitios bordeando la Bahia de Manila en paralelo a la vía Roxas Bulevard. Una idea de la extensión de Manila se obtiene acercándose a curioso Cementerio Chino (lleno de lujosos mausoleos chinos normalmente decorados con la bebida preferida del difunto, brandy, cerveza…), la vista es abrumadora de polución y chavolismo. Las pésimas infraestructuras basadas en divertidos decorados “jeepneys” (antiguos jeeps americanos que hacen la función líneas de autobús) y triciclos motorizados, todo ello muy económico, hacen que desistas de pasar más de dos días en la ciudad alejándote a alguna de las 7100 islas que forman las Filipinas.
