Santa Fe de Antioquia, Rionegro.
Los días de relax en San Andrés no fueron suficientes para recargar “pilas” e iniciar la aventura Centroamericana, decidí explorar un poco más Colombia, un país por el que realmente me siento atraído, y finalizar esta segunda aventura de seis meses descubriendo la Costa Pacífico colombiana antes de regresar.
Volví a pisar Medellín (hacía un año había descubierto esta agradable ciudad) tras pasar unos días divertidos en Barranquilla donde visité el curioso municipio de Puerto Colombia y la playa cercana de Santa Verónica en compañía de mi primo y amigos, todo ello sin olvidar que Barranquilla tiene uno de los mejores ambientes nocturnos de Colombia, aunque la ciudad en sí no apasiona.
Llegados a Medellín exploramos de nuevo la ciudad y nos acercamos a Santa Fe de Antioquia con una buseta desde la Terminal para un tranquilo paseo por calles empedradas de colorida arquitectura colonial e iglesias que te transportan al pasado, coincidiendo con la celebración de la Semana Santa.
Un país tan verde y montañoso, aunque bañado por dos océanos con espectaculares playas, en época de lluvias sufre mucho de inundaciones, deslizamientos y cortes de carreteras, las recomendaciones me hicieron desistir de llegar a la Costa Pacífico y quedará seguro para otra ocasión.
Un imprevisto corte de carretera hacia el aeropuerto de Medellín me hizo perder el vuelo de mi próximo destino (Ecuador) y pasar dos días más entre antioqueños, en Rionegro, ciudad destacada del Departamento por ser cuna de la independencia y poseer rica historia cultural. El Parque de la Libertad es un lugar agradable para tomar un café y admirar la Catedral de San Nicolás, para iniciar después un breve paseo por las calles de la localidad y ver algunas de las antiguas Iglesias construidas y acercarse al Puente Mejía.